Fábula del parto de los montes: el parto de la risa
Iván Corona
“Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: ¡a vosotros hermanos míos, os arrojo esta corona! Yo he santificado el reír; vosotros hombres superiores, aprended - ¡a reír!
(Friedrich Nietzsche)
Partamos de una conjetura: La moral de Esopo es darwiniana y nietzscheana. En su mundo, sólo prevalecen los más fuertes o los más astutos. No hay espacio para las criaturas débiles, que no saben adaptarse a las circunstancias. Es una moral basada únicamente en el instinto de supervivencia, no en un deseo de trascendencia.
Su impulso, entonces, es cómico, pues la comedia parte del instinto de supervivencia hermético, y no del sentido de honor trágico y heroico. La fábula, por partir de la froda y no de la forza, pertenece más al mundo de Odiseo que al mundo de Aquiles o Ayax. Asimismo, pertenece más al mundo de Aristófanes que al mundo de Sófocles.
La moral de Esopo es la moral del pícaro.
Ahora bien, entre las fábulas etiológicas de Esopo, hay una en particular que podría servir cómo ejemplo no sólo de una intención cómica, sino de un espíritu cómico: la fábula del parto de los montes:
“En tiempos remotos dieron los montes señales de parir, y los hombres esperaban llenos de temor y asombro qué clase de monstruo abortarían, pero al fin sólo resultó de aquellas temibles señales el parir un ratón, lo que causó a todos risa”
No sólo sigue la estructura de un chiste: ciertamente, el efecto cómico se consigue por medio de la sorpresiva y contrastante aparición del ratón al final, pero hay algo más que una moraleja (ésta no es congruente con el resto del texto) o el deseo de producir una sonrisa fácil en esta pequeña parodia de una teogonía. Ningún dios ni monstruo nace del estruendo montañoso, sino un simple ratón: y de ese ratón, nace la risa misma. Así, esta etiología, u origen del ratón, se convierte en una etiología, u origen de la risa: la teogonía es parodiada, y, al mismo tiempo, los temores primigenios del hombre al caos son purgados por la comedia. La naturaleza se desmitifica, en una parodia del discurso mítico, y el resultado es la risa.
“Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: ¡a vosotros hermanos míos, os arrojo esta corona! Yo he santificado el reír; vosotros hombres superiores, aprended - ¡a reír!
(Friedrich Nietzsche)
Partamos de una conjetura: La moral de Esopo es darwiniana y nietzscheana. En su mundo, sólo prevalecen los más fuertes o los más astutos. No hay espacio para las criaturas débiles, que no saben adaptarse a las circunstancias. Es una moral basada únicamente en el instinto de supervivencia, no en un deseo de trascendencia.
Su impulso, entonces, es cómico, pues la comedia parte del instinto de supervivencia hermético, y no del sentido de honor trágico y heroico. La fábula, por partir de la froda y no de la forza, pertenece más al mundo de Odiseo que al mundo de Aquiles o Ayax. Asimismo, pertenece más al mundo de Aristófanes que al mundo de Sófocles.
La moral de Esopo es la moral del pícaro.
Ahora bien, entre las fábulas etiológicas de Esopo, hay una en particular que podría servir cómo ejemplo no sólo de una intención cómica, sino de un espíritu cómico: la fábula del parto de los montes:
“En tiempos remotos dieron los montes señales de parir, y los hombres esperaban llenos de temor y asombro qué clase de monstruo abortarían, pero al fin sólo resultó de aquellas temibles señales el parir un ratón, lo que causó a todos risa”
No sólo sigue la estructura de un chiste: ciertamente, el efecto cómico se consigue por medio de la sorpresiva y contrastante aparición del ratón al final, pero hay algo más que una moraleja (ésta no es congruente con el resto del texto) o el deseo de producir una sonrisa fácil en esta pequeña parodia de una teogonía. Ningún dios ni monstruo nace del estruendo montañoso, sino un simple ratón: y de ese ratón, nace la risa misma. Así, esta etiología, u origen del ratón, se convierte en una etiología, u origen de la risa: la teogonía es parodiada, y, al mismo tiempo, los temores primigenios del hombre al caos son purgados por la comedia. La naturaleza se desmitifica, en una parodia del discurso mítico, y el resultado es la risa.
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